miércoles, 30 de octubre de 2019

I PERIODO
QUINTO

CUENTO
EL EXTRAÑO LEÓN

Había una vez un león afónico. Era afónico desde siempre, porque nunca había podido rugir, pero nadie en la sabana lo sabía. Como desde muy pequeño había visto que no podía rugir, había aprendido a hablar sosegadamente con todo el mundo y a escucharles, y convencerles de sus opiniones sin tener que lanzar ni un rugido, ganándose el afecto y confianza de todos.
Pero un día, el león habló con un puerco tan bruto y cabezota, que no encontraba la forma de hacerle entrar en razón. Entonces, sintió tantas ganas de rugir, que al no poder hacerlo se sintió en desventaja. Así que dedicó unos meses a inventar una máquina de rugir que se activase sólo cuando él quisiera. Y poco después de tenerla terminada, volvió a aparecer por allí el puerco testarudo, y tanto sacó al león de sus casillas, que lanzó un rugido aterrador con su máquina de rugir.
- ¡¡¡GRRRRROAUUUUUUUUUUUU!!!
Entonces, no sólo el puerco, sino todos los animales, se llevaron un susto terrible, y durante meses ninguno de ellos se atrevió salir. El león quedó tan triste y solitario, que tuvo tiempo para darse cuenta de que no necesitaba rugir para que le hicieran caso ni para salirse con la suya, y que sin saberlo, su afonía le había llevado a ser buenísimo hablando y convenciendo a los demás. Así que poco a poco, a través de su tono amable y cordial, consiguió recuperar la confianza de todos los animales, y nunca más pensó en recurrir a sus rugidos ni a sus gritos.



CUENTO
EL Anillo Especial💍

Un joven fue a visitar al hombre más sabio del país con la esperanza de que le ayudase a resolver su problema.
«Maestro, vengo a usted porque nadie me valora. Dicen que soy un torpe, un tonto y que no sirvo para nada», le confesó apesadumbrado el muchacho. 

Sin apenas mirarlo, el maestro le respondió: «Lo siento mucho, no puedo serte de gran ayuda. Antes tengo que resolver mi propio problema. Si me echases una mano para vender este anillo, quizá luego pueda hacer algo por ti. No lo vendería por menos de una moneda de oro». 
El muchacho aceptó pensando que le sería fácil encontrar un comprador y con la pretensión de que el anciano le pudiese ayudar después a él.    
Aunque recorrió todos los puestos de los mercaderes, no logró que ninguno ofreciera lo que pedía, por lo que volvió cabizbajo ante el hombre: 
«No pude venderlo y creo que no soy capaz de engañar a nadie sobre el precio», le confesó. 
«En eso tienes razón. Debemos saber cuánto vale realmente. Vete al joyero», sugirió el anciano. Y cuál fue su sorpresa cuando le ofreció ¡70 monedas de oro! De regreso, éste le dijo: 
«Tú eres como ese anillo, una joya valiosa que sólo un experto sabe apreciar. No pierdas el tiempo con quién desconoce tu auténtica valía». 

A veces esperamos reconocimiento de personas que no pueden entender lo que valemos y nos descorazonamos, sin pensar que esas personas simplemente, no saben apreciar todo lo que tenemos para dar.

Concentrémonos en brindar lo mejor de nosotros a quien esté dispuesto a reconocer nuestros méritos.

Taller

1. ¿Cuál era el problema que tenía el joven protagonista de la historia?

2. ¿Qué similitudes habían entre el anillo y la vida del joven?

3. ¿Qué le quiso dar a entender el anciano maestro al joven al enviarlo a vender el anillo?

4. ¿Qué enseñanza le deja este cuento a tu vida?

5. Realiza en tu cuaderno un dibujo sobre el cuento. 

lunes, 21 de octubre de 2019